Desde España al mundo entero.
Hernán Cortés fue quién envió el primer cargamento de cacao a España en 1524. Aquí los monjes adaptaron la bebida originaria de América, reemplazando las especias por miel, azúcar y leche. La corte española mantuvo como un secreto de estado, durante un siglo, la preparación de esta bebida.
Cuando los españoles conocieron el cacao y elaboraron el chocolate como bebida dulce, la costumbre de tomarlo fue cada vez mayor. Las damas de la corte de Felipe IV, las que aparecen en «Las Meninas» organizaban sus reuniones en torno a una merienda de dulces con un chocolate. Poco a poco, la afición por tan rica bebida se contagió a otros países, como Francia, Italia o Inglaterra.
El primer libro donde se habla del chocolate, data del 1613, y fue escrito por un médico cirujano de Ecija en Sevilla, donde se hace referencia a otro libro anterior, y en el que se daba la fórmula para un medicamento hecho principalmente de chocolate. En este tiempo era vendido como pastillas y sólo podía ser consumido en los domicilios.
En el año 1657, un francés residente en Londres inauguró “The Coffee Mill and Tobacco Roll”, en la cual se vendieron las primeras pastillas sólidas de chocolate para preparar la bebida. En Suiza se comenzó a fabricar a mediados del siglo XIX, y fueron Daniel Peter y Henry Nestlé que, con años de investigación, idearon la mezcla de leche condensada azucarada con cacao, dándole fama al chocolate Suizo. En 1879 Radolphe Lindt se le ocurrió agregar manteca de cacao procesado a la mezcla, consiguiendo que el chocolate ofreciera una textura sólida y cremosa a la vez.
Fueron los españoles los que trasladaron la planta del cacao a África, más exactamente hasta la Isla de Fernando Poo, donde iniciaron su cultivo con excelentes resultados. Por eso, se puede decir que España contribuyó, y mucho, a hacer del chocolate la golosina más universal. Desde su llegada al reino de España, el chocolate comenzó a ser consumido con deleite, primero por las familias de la más alta nobleza, después por todo el mundo. Durante siglos fue uno de los principales alimentos para los españoles. Se consumía tanto como bebida para el desayuno, la merienda o la cena, como en tabletas, onzas, bombones y dulces en general.
Los viajeros que llegaban hasta Madrid y otras ciudades relataban lo importante que era el chocolate la capital, ya que en las mesas más humildes o en los salones más principales, era obligado encontrar una taza del mejor chocolate.
El chocolate forma, por lo tanto, parte fundamental de la historia de Madrid; la ciudad con la más antigua tradición chocolatera de Europa, que se mantiene igual de viva entre las paredes de San Ginés.